viernes, 14 de mayo de 2010

Historia: Los pueblos itálicos

El problema de la etnia itálica

Arqueólogos y lingüistas coinciden en el hecho de que la indoeuropeización de Italia, como en otros ámbitos del Mediterráneo, supone la presencia de grupos humanos nuevos. La aparición de estos grupos no puede explicarse por una vía unitaria de penetración, ni desde el punto de vista temporal y geográfico, ni desde el circunstancial de los modos y caminos de introducción.
Sobre una base mediterránea del neolítico, inciden con diversa intensidad elementos étnicos, lingüísticos y culturales procedentes del Mediterráneo occidental (cultura del vaso campaniforme), oriental (influencias egeo-asiánicas y micénicas) y de Europa central y oriental (penetración indoeuropea), que terminan por cristalizar, ya entrada la edad del hierro, a partir del siglo VII, en una serie de pueblos con rasgos culturales y lingüísticos precisos, aunque, aún en parte, sin fronteras estables, sobre los que, a su vez, se hará sentir la presencia de otros pueblos ya totalmente históricos: etruscos, griegos y celtas.

El mapa etnológico de la Italia antigua

En el norte, en la costa tirrénica, entre el Arno y el Ródano, a lo largo del golfo de Génova y en los Alpes Marítimos, encontramos a los ligures, como resto de una etnia más amplia anterior, divididos en distintas tribus. Los testimonios lingüísticos evidencia un sustrato preindoeuropeo, sobre el que incidió un elemento indoeuropeo. La presión etrusca posterior por el sur y celta por el norte contribuyeron a restringir aún más su área de expansión.
Más al oriente, al norte del valle del Po, los cursos del Trentino y del Alto Adigio albergan a los retios, posiblemente también preindoeuropeos, sobre los que ejercerá más tarde su influencia la cultura etrusca.
Finalmente, el ámbito nordoriental con fachada al Adriático, estaba ocupado por los vénetos. Se trata de una población claramente indoeuropea, cuyos rasgos culturales se emparentan con los ilirios del otro lado del Adriático.
En el centro de Italia, en la región entre el Arno y el Tíber, donde había tenido lugar la cultura villanoviana, se asentarán los etruscos. Su fuerza expansiva, sin embargo, no quedó limitada a esta región, sino que se extendió por las regiones periféricas hacia el valle medio del Po y hacia Campania.
El resto de Italia, si excluimos Cerdeña, donde se manifiesta una población no indoeuropea de rasgos muy antiguos, los sardos, y ciertas regiones de Sicilia, que conservan población mediterránea pre indoeuropea, como los sicanos y los élimos, aparece habitada por poblaciones que, con el nombre genérico de itálicos, tienen en común la utilización de lenguas indoeuropeas. Estas lenguas pueden agruparse en dos familias lingüísticas de muy distinta expansión: el latino-falisco y el osco-umbro.
Al primer grupo pertenece el pueblo latino, asentado en la llanura del Lacio y en el curso bajo del Tíber, y la pequeña comunidad falisca, situada en la orilla derecha del mismo río.
El segundo grupo itálico se extiende a lo largo de la cadena apenínica, por toda la península, desde Umbría hasta Lucania y el Brutium en el sur. Se trata de poblaciones montañesas, dedicadas al pastoreo de trashumancia y aún muy recientes en su asentamiento. Se conoce a estas poblaciones con el nombre de sabelio-samnitas, y aparecen divididas en un gran número de pueblos distintos. El más importante es el samnita, que habitaba los Abruzzos, y que se extendió posteriormente a Lucania, Calabria y Campania. Alrededor del Lacio se individualizaban los grupos de marsos, ecuos, volscos, hérnicos y sabinos. Al norte de ellos, lindantes con Etruria, se extendían los umbros y, finalmente, en la costa adriática, de norte a sur, se desplegaba una serie de pueblos como los picenos, frentanos, apulios, yápigos y mesapios. E indoeuropeos eran, por fin, los sículos.
Sobre este fragmentado y heterogéneo mapa etno-lingüístico, a partir del siglo VIII a. C., ejercerá una profunda influencia cultural, la presencia en Italia de dos pueblos culturalmente más avanzados, etruscos y griegos.
Referencias Bibliográficas:
Roldán Hervás, José Manuel. Historia de Roma I. La República romana. Ediciones Cátedra : Madrid, 1981

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