domingo, 9 de mayo de 2010

Historia: La Edad del Bronce

Las diferencias mencionadas entre las dos zonas culturales italianas del neolítico se verán subrayadas con los comienzos del metal, cerca del 1800 a.C., en el período eneolítico, y a lo largo de la edad del bronce. A partir de esta época Italia es relejo de las innovaciones de las culturas que la rodean: el ámbito egeo-anatólico, europeo oriental, centroeuropeo y europeo occidental confluyen en distintas regiones peninsulares para diferenciarlas, al menos, culturalmente, lo que no impide una ósmosis de elementos entre ellas, que contribuyen a una complejización extrema de los ámbitos y, por supuesto, de su clara limitación espacial, si bien se patente la afirmación del sur en los modos mediterráneos, que se plasmarán en la llamada cultura apenínica, mientras el norte vuelve su cara a Europa hasta el punto de poder ser catalogado como subcentroeuropeo.
Junto a la caza y pesca, el hombre italiano practica ya una rudimentaria agricultura. Unida a la agricultura está la domesticación de animales y las creencias de ultratumba.
El Bronce pleno, a partir de 1400 a.C. ve plasmadas todas estas influencias distintas, en el sur, con la afirmación de la cultura apenínica y la incuestionable presencia micénica en aguas adriáticas y tirrenas; en el norte con la aparición, en el ámbito entre los Apeninos y el Po, en la Emilia, de una original cultura de aldeas sobre postes, de tipo palafítico, que alcanzará su mayor floración en el Bronce final y que se conoce con el nombre de Terramara.

El Bronce meridional: la cultura apenínica

Bajo esta etiqueta se engloban una serie de grupos humanos que, en el ámbito occidental de la península italiana, a lo largo de la cadena apenínica, muestran unos rasgos culturales más primitivos que las culturas contemporáneas del norte.
Se trata de una cultura de pastores trashumantes, que practicaban el rito de la inhumación para enterrar a sus muertos en tumbas dolménicas, y que utilizaban una cerámica hecha a mano y de color negro con decoración en zig-zag y punteado, cuyos testimonios pueden rastrearse desde el siglo XIV a.C.

La presencia micénica en las costas italianas

La arqueología italiana ha confirmado con documentos fehacientes el fondo de veracidad de antiguas tradiciones griegas sobre la presencia micénica en las costas italianas.
Una auténtica talasocracia llevaba a los barcos micénicos a través del Mediterráneo, desde Egipto y Palestina por el sur, a Troya y Siria por el oriente y a las islas Lípari, Sicilia e Italia meridional por occidente.
Se puede asegurar la presencia de establecimientos micénicos en Italia, que alcanzan su plenitud entre los siglos XIV y XII, en Sicilia, en las islas Lípari y en algunos lugares de la costa tirrena, pero, especialmente, en la región en torno a Tarento.
La significación del interés comercial y político del mundo micénico en Italia está en su influencia sobre los pueblos y culturas indígenas de la llamada cultura apenínica.

El Bronce septentrional: las terramare

Ya desde el eneolítico aparecen aldeas palafíticas en la región de los lagos de la ladera suralpina, semejantes a otros establecimientos lacustres europeos. Su cultura apenas tiene importancia, puesto que sus formas son de tradición neolítica. El tipo de hábitat está naturalmente mediatizado por el terreno pantanoso y proclive a las inundaciones de la región. Las excavaciones han proporcionado una gran cantidad de cerámica negra y armas de bronce, y los utensilios indican que se trata de una población de agricultores.
Referencias bibliográficas:
  • Roldán Hervás, José Manuel. Historia de Roma I. La República romana. Ediciones Cátedra : Madrid, 1981

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